lunes, 26 de diciembre de 2011

- Te dije que no quería felicitaciones ni nada parecido.
- Venga, vamos, es sólo una vela y un pastel. Sóplala y pide un deseo.

Ella la mira con ojos nostálgicos pensando que no la entiende. Si la entendiera no habría aparecido con el dichoso pastel. Agradece el gesto, pero ahora el dolor es más grande. Quería que el día pasara sin más, como cualquier otro... Guarda silencio, sin soplar la llama titilante.

- ¿Qué pasa?
- No quería celebraciones. De verdad. Te lo agradezco mucho, pero...
- ¿Pero por qué? Es tu cumpleaños, deberías estar contenta. Y cumples 20, no 40, no entiendo por qué estás así...
- Es lo que significa esta edad. Si además te lo dije... Cumplir 20 es un parón. Comienzas a ver todo lo que has hecho y lo que no. Las maravillas despuntan antes de los 20, despuntar cuando ya los has cumplido ya no es maravilloso, sino simplemente un objetivo cumplido. Cumplir 20 es ser consciente de que hay muchos sueños que ya no cumpliré nunca. ¿Me entiendes ahora? Desde que recuerdo, me han sostenido los sueños. También es culpa mía, por dejarme, pero ahora... Ahora esos cimientos se vencen, y yo con ellos. Tengo 20, sí, y apenas he hecho nada, ¿comprendes? Ahora sé que si, por ejemplo, algún día piso Nueva York será porque es mi luna de miel, me ha tocado la lotería o llevo ahorrando 10 años de mi vida. Con esta edad se agota la magia. También será por el año que he pasado, pero es difícil, para mí este día significa un pequeño fracaso a nivel personal. Muchas veces me prometí que haría grandes cosas, y ahora sólo tengo grandes tristezas. No iré a ningún sitio sin una beca que me lo pague o sin un trabajo fijo que me haya ayudado. Es absurdo, lo sé, me quejo de estar encaminada a una vida normal cuando hay tantísima gente que desea una vida normal... Pero por eso quería llevarlo en silencio, para no tener que explicar mis motivos inentendibles y quedar como una egoísta de mierda. Yo me entiendo, me entiendo porque noto la pequeña tristeza, y quería llevarlo en silencio.

La otra la mira. Callada, en parte horrorizada, y sin saber qué hacer. Un suspiro acaba apagando la vela.

- Aun así, gracias por todo... En serio, ha sido un gesto muy bonito.

1 comentario:

Celia dijo...

No hay ninguna vida normal. Muchísimos besos, soñadora, a ver si te veo algún día :)