Ya se me va cubriendo el alma con una fina película de nostalgia anticipada. Pero es normal. Suele ocurrir cuando tu vida cambia, y a mí todo este verde y gris que me asustó al principio me ha cambiado. También cosas tan banales como hablar por whatsapp en inglés esforzándome por hacerme entender o bailar salsa con un mexicano en un local insólito de Dublín llamado Pacino's. Lo mejor no son las pintas de cerveza, sino las fotos de Aleksander o la cocina de Gabriel llena de arte y de la generosidad de su dueño. Voy a echar de menos todo esto. La rutina lluviosa de Dublín, la moqueta donde dormí el sábado y la música resonando por Temple Bar. Las risas infinitas con Sergio y Claudia, la dulzura de Rosa, la risa de Adrián y las clases locas de inglés. La vida de aquí, otoñal y amable. Y las citas firmes y deliciosamente ineludibles en O'Connell Street.
Dublín, día 16.
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