Podría hablar de pieles y cadenas, de los cuerpos y las noches que colorean los minutos de tonos plateados y violetas. Podría hablar de tus ojos, de la forma que parecen adquirir durante tus silencios largos, esos que ocurren cerca, muy cerca, aunque alargue la mano y parezca que nunca llego a acariciarte la mejilla. Podría lanzarme a ello, supongo, asumiendo que no hay remedio, pero supongo que no estaría siendo del todo honesta.
Y, sin embargo, prefiero escribir de ti en lugar de sobre mí, prefiero volver a tus espasmos sin preguntarme si fueron los últimos, si fueron merecidos, si hago bien en sentirme bien si dejas de estar lejos.
Es como si supiera que, de un momento a otro, todo va a estallar.
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