No sé qué decir. ¿Hasta qué punto podemos evitar que otros sufran? ¿Dónde empieza y dónde acaba nuestra capacidad de actuación? ¿Cómo es posible provocar emociones en personas que no nos han visto nunca?
Conforme acumulamos más experiencias más susceptibles somos de vivir conflictos que, en realidad, no hemos provocado. Las personas que nos cruzamos, directa o indirectamente, a veces juegan un papel activo en nuestros pasos cuando eso solamente debería ser una capacidad propia. El remedio no puede ser otro que aguantar la posición, susurrar palabras de paciencia y esperar a que el camino, de nuevo, esté despejado, porque así debe ser siempre.
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