retrasado, da.
(Del part. de retrasar).
1. adj. Dicho de una persona, de una planta o de un animal: Que no ha llegado al desarrollo normal de su edad.
2. adj. Dicho de una persona: Que no tiene el desarrollo mental corriente. U. t. c. s
Permitidme, si no es mucha molestia, corregiros. Cuando algo se os revuelve adentro y decidís que sois los mejores justicieros sobre la faz de la tierra. Y los justicieros hacen justicia, y por ello os ensuciáis la lengua con el insulto fácil.
Hoy lo he visto claro. En la biblioteca, mi nuevo hábitat natural, ha entrado un chico con pasos felices, sonrisa infantil. Y al verlo han surgido las bromas, las risas, las caras de susto cuando se dirigía a gente que conocía y éstos se mofaban en su rostro. Luego ha venido su hermano, al que todos los inteligentes conocían, y nadie se ha atrevido a sonreír con superioridad. He podido sentir la protección que emanaba del hermano menor, que sin quererlo se convirtió en hermano mayor cuando tuvo que cuidarlo, y me he sentido profundamente avergonzada por todos ellos. Aunque en el fondo sé que es porque no saben lo que se siente.
Luego, a diario, me quedo exhausta de observar cómo decenas de personas que en ocasiones perturban mi alrededor se sienten justicieros con la palabra retrasado en la boca, a modo de insulto. Esta sociedad de eufemismos en exceso ha provocado que el adjetivo se convirtiera en algo peyorátivo, pero en sus inicios solamente describía una condición con la que se nace, generalmente, y que marca una vida y todas las vidas en las que repercute.
Yo que sé lo que es, que lo contemplo todos los días, con su rutina establecida, su eterna estancia en el país de Nunca Jamás (porque envejecen sólo por fuera), su alegría de niño. Sus ojos de niño. Los ojos de mi tío. Yo, que sé lo que es, que lo vivo, y que escucho mil veces el insulto en diferentes ámbitos, quiero un minuto de atención.
Porque es deplorable que, haciendo uso del insulto, coloquen al mismo nivel de las bocas inteligentes que lo dicen a mi tío y al chaval de la biblioteca. Porque estoy segura de que los últimos son, muchas veces, mucho más honrados y más sinceros con ellos mismos y con los demás que todos los demás humanos de la Tierra.