miércoles, 29 de abril de 2009

La esperaba a la salida. Todos los días. Y ella bajaba la cabeza al verlo y ya no sabía cómo decirle que no podía más, que se habían acabado los días que pertenecían a los dos de un modo similar. Un día se enfadó conmigo porque tuve que mentirle y le cité dos horas más tarde para que ella disfrutara del momento. Ella será joven, pero tiene una mente totalmente amueblada para decidir; su madurez a veces se refleja en sus ojos y se vuelve tan fría que asusta. Necesita dejarse querer. Y él quiere quererla, pero no entiende que no se quiere a una persona porque quieras poseerla constantemente y una vez que la tienes te olvides de cuidarla, de hacer que cada día brille un poquito.

Me producen una aprensión extraña porque ella es muy cerrada con sus temas pero no puede esconder esto. Porque él siempre está ahí, esperándola, presentándose en cualquier lugar, haciendo que estudia solamente para estar en la misma sala que ella. Yo no puedo hacer nada, pero me carcome algo por dentro si la veo tan triste, tan apagada su pasión, la pasión que refleja en su voz y en su acento.

Porque hoy estaba ahí, llegando tarde, porque yo le cité dos horas más tarde, y se ha enfadado de verdad, pero lo único que me ha importado ha sido la mirada fugaz de agradecimiento de ella. ¿Que por qué? Porque al menos no era triste, y apagada, como pidiendo a gritos que alguien la quiera.

3 comentarios:

Mrs. Cold dijo...

A veces cuesta tanto dejarse querer... tanto.

unbeso :)

Candela MG dijo...

Bonito :)

Yonseca dijo...

Tenía delito que no pasase desde hace tanto tiempor por estos lugares.

^^

Ayer Blanca me enseñó un castañazo bastante majo en la rodilla. Nada de violencia en el hockey, ¿eh?

...

Qué demonios. Que los frían a pelotazos :D

¡A por ellos!

Un abrazo, Soñadora