domingo, 17 de mayo de 2009

No sabía cómo dirigirte a ti, así que iniciaré la epístola con un escueto

Estimada esencia,

Te escribo y te tuteo porque pienso que llevamos tanto tiempo juntas que ya es hora de que pasemos la una de la otra y nos sentemos un instante entre millones para hablar o mirarnos en silencio y así poder reconocernos. Porque creo, ahora mismo, y me parece maravilloso, que podría reconocerme en tus ojos. Y los imagino como cristal líquido y titilante, pero que sin embargo observa sereno, sabio y dispuesto a seguir luchando.

¿Por qué no? En mi mente tomas forma como se me antoje. No es por ser maleducada ni brusca, pero me gusta ser honesta. Durante un tiempo te temí e incluso te rechacé en un par de ocasiones pero estaba todo tan oscuro que no sé. Las cosas que grabadas en mi alma se hacían sólidas a través de mis dedos me asustan todavía hoy cuando las releo. Y no era culpa tuya; si acaso tu culpa residía en que no sabía encontrarte en mis adentros.

Pero me ayudaron, de una manera u otra, su día a día fueron como agua fría para los ojos llenos de legañas de mi rutina. Desperté. Me fui desperezando y pude decir que era feliz y me sentí en calma contigo, pero no del todo, porque durante meses te había negado o te había llamado Soledad cuando en realidad no lo eras. No puedo decir que lo conseguí porque no fue cosa mía. Lo conseguí con ellos, lo conseguimos, o como quieras llamarlo.

Por eso quiero que los cuides. Cuidándolos a ellos me estaré cuidando yo. Necesitamos luz para nuestra superviviencia y si consigues que la suya ni siquiera bizquee... Podré sentirme tranquila, pues mis días seguirán luciendo de una manera u otra, pero sin transcurrir en absoluta oscuridad. Tan solo la oscuridad de todos los errores con los que carga y de los que a veces me alivio pero que están ahí. Diecisiete años de caer y levantarme y aprender a reinventarme a mí misma si era preciso un reseteo inminente. Pero no puedo quejarme, diga lo que diga, no puedo. Los que me faltan sé que los cuidas, donde sea que los cuides después de dejarnos; también los sigo sintiendo iluminándome.

En otro domingo inusual, sentimental este en el que te escribo, inusuales gracias a que lo pusiste aquí de repente y aquí sigue él, sonriendo. Espero que sepas perdonarme, por si alguna vez no te agradezco que me hayas elegido. Porque a saber cuántos esperan. Pacientemente, a saber dónde, aguardando a su momento, y emerger llorando del vientre de su madre, eternas criaturas. Porque ya serán eternas, desde que nacen. Desde que los eliges, Vida, y respiran este aire, como un regalo, aunque a veces nos olvidemos de que lo es.

1 comentario:

Empty Zone dijo...

Sabes de mi apariencia de chico duro.
Hoy he llorado con una película.



=)
eres una cinéfila de cojones, así que si no la has visto, ya estás tardando.


+ info: =) BSO de mi blog
un beso fea.
Mañana me presento al carnet n.n deséame suerte !!




Pd: Ayer se me fue el Maestro. Ahora sí que creo que no volveré a abrir un blog en mucho tiempo. Más motivos para que la muse me sea esquiva...