-Podría devolverte las llaves de tu casa y dejar que entraras, obviando el hecho de que son las cuatro de la madrugada y tú vuelves sola. Qué tarde vuelves hoy a casa, ¿no? Sólo te falta el cartel luminoso: presa fácil. Podría hacerme incluso el tímido y devolvértelas fingiendo que no te las he quitado. También, claro está, podría confirmar esas sospechas que no dices porque estás acojonada pero que me pintan como un psicópata. Y darte la razón en tus trazos. ¿Tú qué quieres que haga? ¿Te doy las llaves?
Por mi mente pasan varias posibilidades mientras intento controlar la ansiedad. Es curioso, porque justo venía pensando en que me sorprende mi poco afán por el trabajo universitario, concluyendo que en realidad, como tantas cosas en estos momentos, me da exactamente igual, o al menos ha dejado de preocuparme tanto. Ya hice bastante la capulla en diciembre.
Pienso en llamar al timbre de casa con la esperanza de que alguien me oiga y, no sé, bajen a por mí o poder gritar a través del porterillo. Hacerme la despistada, reírme de sus palabras y acercarme para que me dé las llaves, como si yo estuviera segura de que está de broma. Echar a correr todo lo que pueda y tal vez alcanzar a Melenas y a Álex, o incluso llegar hasta la asociación, porque recuerdo que Dani ha dicho que quería recuperar sus cereales. Sin embargo, entre todas estas posibilidades noto que el corazón ni siquiera se me ha acelerado. Estoy, finalmente, por decirle que haga lo que quiera con las llaves, que yo ya me doy una vuelta por ahí y que, si quiere, puede acompañarme, si no tiene nada mejor que hacer, pero que prefiero ir sola. Que no tengo putas ganas ni de bromas ni de que nadie me secuestre o se me ría, vaya. Esta noche no. La siguiente, si eso, ya se verá.
De todas formas, mientras pienso con la lentitud que he desarrollado este último mes, a él le da tiempo a aburrirse o a pensar que soy imbécil o que de verdad estoy muerta de miedo. Así que me da las llaves, se marcha en silencio con media sonrisa y yo abro la puerta mientras todavía oigo sus pasos resonar por la calle vacía y le echo un último vistazo al reloj de la farmacia... Qué tarde vuelvo hoy a casa.
1 comentario:
Buh :)
Estos igual se vienen a comer. Si quieres pásate tú también, o si no vente después.
Tengo unas cuantas anillas para darte.
Un besito, mi bru ^^
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