En estos meses agitados de aventurarme por bocas apenas conocidas, algo resalta entre todo lo demás. Un dato curioso que no sé si se podría catalogar de anécdota. Una interrogación. Por qué algunos labios pasan desapercibidos como un dato más, algo que podría haber ocurrido o no porque no tuvo especial trascendencia; y, sin embargo, otros besos permanecen, por algún motivo, encendidos. En algún rincón de la mente.
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