jueves, 11 de octubre de 2018

Constantine.

Hay una escena hacia el final de la película Constantine que se me quedó grabada aunque soy consciente de que mi memoria ha distorsionado su sentido y seguramente también todo lo que la rodea. Pero recuerdo que en un momento uno de esos demonios, o lo que fuera (han pasado trece años desde que se estrenó), cogía a John Constantine del pecho y lo elevaba. El protagonista, uno de esos hombres misteriosos, descarados y cínicos para ocultar su interior, también era, si no me lo invento, un fumador empedernido. Ese, digamos, demonio, lo cogía del pecho, le colocaba sus dos extremidades en el mismo y de repente una masa negruzca muy viscosa comenzaba a salir de su pecho. Me acuerdo de que la estaba viendo en un screener muy cutre, de estos que se graban en el cine y se escucha a la gente toser de fondo, y no la entendí muy bien. Volviendo sobre ella, alguien me dijo que lo que el demonio había hecho era sacarle toda la nicotina a sus pulmones, de manera que así le estaba arrebatando a Constantine uno de los caminos más directos a la muerte.

Esa imagen del líquido viscoso y oscuro saliéndole del pecho acude a mí muy a menudo, porque me parece una buena metáfora de esos momentos en los que los malos pensamientos se convierten, o se contagian, de malas emociones y me cubren el pecho de la oscuridad más absoluta. Creo que tengo mis propias escenas en las que yo misma me agarro del pecho y me saco todo el veneno que he ido inoculando mediante el enfado, la amargura o la frustración.

Me escudo en que no entiendo cómo el mundo puede funcionar como funciona en algunas ocasiones, pero lo cierto es que si soy honesta no debo terminar la frase ahí. Soy yo la que decide quedarse con esas malas vibras y acoplarlas a mi pecho, donde me van lastrando hasta que sufro mi propia catarsis y me vacío a base de reconocer mi culpabilidad más genuina. Me da mucho miedo, porque en esos momentos es cuando me asalta el pensamiento de que tal vez la mala de mi película no sea la humanidad, sino solamente yo misma.

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