martes, 7 de junio de 2011

Vale ya con la impaciencia, por favor. No soporto a la gente que ama falsamente o que se autoimpone amar porque piensa que así será vista como una persona mejor. No. La grandeza de algo se va construyendo día a día, suspiro a suspiro, palabra a palabra, gemido a gemido. No puedes pretender querer en veinticuatro horas. No puedes decir que amas a alguien porque es lo que ves en tu amigo y la envidia te corroe de tal manera que cuando despiertas te sientes enamorado. Así sólo se destruye esa grandeza, así sólo se consigue taponar el sentimiento grande, el despertarte un día, después de meses, después de semanas, y sentir que abres los ojos por alguien. Que tu lugar en el mundo tiene sentido ahora que tienes alguien en quien pensar a todas horas, sin poder evitarlo.

No puedes obligarte a mirarte en el espejo y decirle te quiero porque así no te temblará la voz cuando lo digas mirando a unos ojos. No se trata de obligarse, sino de pura falta de resistencia. Sólo cuando no puedas resistirse estarás perdido, perdido de verdad, perdido como tu amigo, y perdido como están los locos que aman. Amar de verdad.

No soporto que la gente cambie en su mente un nombre con mayúsculas como quien cambia de camiseta. ¿Amas sin ser correspondido? ¿Amas a alguien que ya quiere a otro? ¿No hay manera de que consigas a esa persona? El dolor será inmenso. Pero amas. Es peor el dolor de amar en vano, falsamente, diciendo en voz alta palabras que ni tú mismo eres capaz de creer.

No hay comentarios: