martes, 31 de marzo de 2015

"Uno espera y no cree que vaya a llegar nadie, pero de repente ocurre justamente eso".

Bien pasadas las diez, Franz se pone a trabajar, es la historia de la vieja casera, y vuelve a estar con ánimo de hacer bromas. A alguien como la señora Hermann es mejor no hacerla esperar, dice, porque atosiga como un niño que demanda chocolate. Después, Dora no oye nada. Está despierta, lee, en parte cuenta con que él la llame, pero eso no ocurre, así que se queda sola, como si él la hubiese olvidado.

La grandeza de la vida, Michael Kumpfmüller. 

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