El frío se está comiendo la pequeña plaza de Notre Dame. Turistas y autóctonos caminan ateridos por la bajísima temperatura, pero él sigue tocando. Da forma a la música que sale de sus instrumentos mientras entona canciones canallas sobre la cárcel y las mujeres que arrancan más de una sonrisa a los que por allí pasan con las manos refugiadas en los bolsillos.
A escasos metros de allí, la librería Shakespeare and Company ofrece calor y lecturas anglosajonas a curiosos y peregrinos, y esconde rincones con verdadera magia que invitan a desafiar el cartel de Prohibido hacer fotos.
A pesar de la sensación térmica bajo cero, sus manos siguen entrelazadas, mientras reparten sus fuerzas entre sujetar la cámara y el bolso y observar con un brillo tierno en los ojos todo lo que París les brinda en los últimos días de diciembre.
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