miércoles, 12 de diciembre de 2007

Creo que de tanto desear que los hilos de los sueños con ojos cerrados me posean me estoy olvidando de que los que me hacen falta son los reales. Los que están ahí y te guían para retarte a que dejen de ser sueños.

Aunque es más atractivo contemplar lo que he conseguido, lo que me ha abordado, lo que conservo y he soñado alguna vez. Y que es real. No obstante, un sucedáneo espléndido para el anhelo de esos besos sería que me acompañen por la noche desde la distancia.

Los sueños vendrán. Tal vez cuando cierre los ojos esta noche. Tal vez cuando los abra mientras el sol me usurpa. Pero lo mejor es que sueño y recuerdo se fundirán de nuevo dando paso a la realidad cuando tus brazos me rodeen de nuevo.

Cuando pueda dormirme en tu hombro. Con o sin sueños.

2 comentarios:

Yuki Ashura dijo...

Y vivir en un mundo de sueños no deja de ser utópico, paradójico y... estúpido =D

Si bien es cierto que mi visión de todo se ciñe demasiado a la lógica de la realidad, también lo es que vivir entre sueños almidonados con miel sólo sirve para quedarte pegado a ella cual insecto atrapado en una tela de araña.

Y, ¿sabes qué?

El veneno del artrópodo es letal.



Como la vida misma...



Te echaba de menos por mi mundo acaramelado, Elena! ^^

Un achuchón de esos que espantan hasta el aliento y exprimen todo el aire que contengas =DDD

Ana dijo...

Precioso, simplemente, apasionado.

¿Para qué estropearlo diciendo nada más?