Poco a poco, se van engarzando las miradas. Ya sólo quedan restos de la dureza de antes, los cuales van siendo ahogados por la dulzura del arrepentimiento. Ya no se escuchan más gritos, sólo palabras almohadilladas. Palabras que intentan sanar las posibles heridas que sigan palpitando después de los verbos punzantes. Los movimientos, temblorosos, van cobrando forma de nuevo intentando olvidar los aspavientos de hace unos minutos.
Todos intentan camuflar el recuerdo de los juramentos con lentitud. Poco a poco, van acercándose. Y cada gesto lleva escondido y silencioso un lo siento.
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