Eso de que las palabras no tienen peligro es una mentira. Hay algunas que son como un verdadero mazazo. Que te traen recuerdos que creías que estaban a buen recaudo y se congela tanto la sangre que ni siquiera hay ganas de ahogar el mal trago con las lágrimas de siempre. Simplemente se apaga el sonido de todo lo demás, y sobreviene el sentimiento de decepción absoluta contigo mismo. Una vez puede ser que sea un espejismo; dos ya es demasiada casualidad.
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