Nos gustaba reventar las fechas señaladas. O me gustaba a mí, por el final de todas las discusiones. Nos cabreamos en la final del mundial de fútbol, en la cena romántica aquella que preparaste en tu casa, cuando nos hacíamos un favor como el de esta tarde, en nuestros primeros Pilares, en nuestra primera Nochevieja juntos, en mis exámenes finales, en las últimas Navidades, en el último puente de diciembre, en la inauguración del piso de Johnny en Valdespartera... Muchas de las veces provocado por un enfado mío o un silencio mal explicado.
Recuerdo en especial una vez. Era el verano de la Expo, y cuando me acompañabas a casa, habiendo pasado una tarde-noche bastante buena siendo inusual en esos días, me pediste que te pasara una foto de los dos porque querías actualizar tu flog con ella. Yo me emocioné mucho, porque hacía bastante semanas que no escribías nada de los dos, y además nunca publicabas fotos mías o nuestras en tu flog. Luego por la noche, en una de esas conversaciones del /w, te recordé algo acerca de la foto y no contestaste porque mi frase en rosa se perdería entre todo lo demás. Me enfadé porque nos pasaba siempre, y te pregunté que si me ignorabas o qué. Tú te enfadaste todavía más, porque además habíais wipeado, y la cosa acabó como el rosario de la aurora. No hubo actualización, ni foto, ni nada. Sólo dolor y alguna que otra lágrima. Eso fue semanas antes de que pensaras que yo, junto con otros jugadores, te presionábamos tanto como tanque que te hizo optar por dejar de hablarme durante un día entero que para mí duró un año. Probé por el chat de la hermandad, por susurro, por mensaje directo, y hasta por el hilo general. Nada hasta el día siguiente. Tuve que ver ese nombre, ¿era Eternum?, conectarse y desconectarse, hablar con otra gente, llamar a usuarios para llenar plazas de una raid... y nada; yo ni siquiera quería jugar ese día, porque tenía un examen próximo, además.
Muchos, muchos, muchos. Muchos cabreos frente a la pantalla del ordenador, muchos sms diciéndome que hablara a la cara, muchas lágrimas y muchos gritos en mitad de la calle. Claro que el lado positivo de la balanza se inclinaba con sólo un roce de nuestras manos y un par de risas tontas mientras arreglábamos una de esas discusiones. He de decir que mientras escribía la enumeración anterior he tenido que pararme a pensar y poner en orden los recuerdos para acordarme de esas broncas. Al final siempre ganan los buenos.
Los malos momentos se aferran con garras de hierro a las comisuras del alma, pero siguen siendo arrasados, sin apenas problemas, por la buena rutina que encendía el color de la piel y nos hacía volver. Todas aquellas veces.
2 comentarios:
Echaba de menos leerte :) el otro día entré en tu blog y me leí de golpe las entradas más recientes, que no había leído.
Sí, la verdad es que los buenos recuerdos pesan mucho más y ocultan los malos.
¿Por qué es tan difícil entenderse a veces? A mí me pasa algo parecido... Luego todo se arregla , pero los diferentes puntos de vista siempre vuelven a sacar a la luz lo malo de nosotros.
¿Qué tal te va todo? Hace tiempo que no sé de ti. Un beso muy grande
De todos mis fallos, de todos mis aciertos... solo puedo decir, aunque suene extraño, "i gave you all..."
Solo puedo decir... it was true love, y ahora siento un vacío que absorbe cuanto osa sobrevolar su extensión.
Mi mirada, mi aguante, mi fuerza... Porque aunque quiera que seas feliz me atormenta que lo serás con otro, algún día, y que seguramente para ese entonces yo aún te siga queriendo.
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