A veces me prendería fuego y quemaría todos mis recuerdos. Todos. Cortaría mi lengua para renacer sin habla, y fingiría que en realidad no estoy escuchando a nadie. Entonces sólo existirían los pensamientos en mi cabeza y el tamaño de mi alma no dependería de cómo me tratara absolutamente nadie. Eliminaría de mi cuerpo sentimientos como la sorpresa y la satisfacción, pero me ahorraría la incertidumbre y la decepción.
Una persona nueva, anónima, vacía, incapaz de comunicarse. Pero también incapaz de sufrir incoherentemente y sin un motivo que vislumbrar con claridad en el horizonte.
2 comentarios:
Eso se llama estatua.
:P
Yo creo que así uno también sufriría, porque quemar los recuerdos implica el sufrimiento de intentar recordar aunque sean recuerdos dolorosos.
Porque no escuchar perderías todas esas cosas buenas que merecen la pena escuchar.
Si no vieras (sé que no lo has puesto) te perderias aquellas grandes imagenes del mundo que te hacen palpitar, como París, un bonito atardecer, la luna, las mariposas, las amapolas...
Sí, es posible que te quitaras todo un sufrimiento, pero seguiría quedando algo de dolo ahí dentro que quizá te podría quemar por dentro...
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