viernes, 27 de abril de 2012

Vivo en un país que se hunde. Hace tiempo que vamos en picado pero gusta más abstraerse celebrando el centenario del hundimiento del Titanic sin pararnos a pensar en que también nosotros vamos a la deriva. Tengo 20 años y estudio una doble carrera. Sin embargo, debo sentirme una chica con suerte si consigo trabajar a 4.5€ la hora promocionando productos en un supermercado. Y mi caso se repite como las vertebras de una generación a quien –dicen- le espera un futuro más negro que el que sus padres vivieron. Y, al igual que el Titanic fue en su tiempo el barco más lujoso y más grande, nosotros somos la generación mejor preparada de la Historia de España; pero eso no excluye que nos estemos sumergiendo en unas aguas desconocidas y oscuras.

Con los tiempos que corren, lo verdaderamente extraño no es el paro, la angustia vital o que seamos una generación preparada pero incapaz de demostrar nuestras capacidades en puestos de trabajo que no existen para nosotros. Lo más chocante es que también somos una generación dormida, acostumbrada a la comodidad de una educación accesible desde que somos niños pero incapaces de ver que esos de los que hablan en las noticias somos nosotros. Pensando que estamos a salvo en las aulas de las universidades, que actúan como nuestros botes salvavidas ante el paro juvenil y ese futuro laboral que vaticinan tan crudo y que va a ser el nuestro.

Me pregunto si los pasajeros del Titanic eran conscientes de que el barco se hundía cuando comenzaron los primeros atisbos de pánico o decidieron esperar a verse con el agua helada al cuello para creérselo. Los gritos de los que sabemos que nos estamos ahogando son acallados por los que prefieren seguir adormecidos en sus camarotes, pero eso no significa que estemos a bien poco de helarnos en medio del Atlántico. Y, cuando ocurra, nuestro capitán no se hundirá con nosotros, ni tampoco la mayor parte de la tripulación porque, en realidad, ellos nunca estuvieron a bordo.

2 comentarios:

Claudy dijo...

Sin palabras. Chapeau

Yonseca dijo...

Y no sólo no estuvieron a bordo, sino que encima ya de paso disfrutaron y se aprovecharon de un espectáculo macabro como ninguno.